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Conceptos de Filosof�a?

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Definici�n

  En general, "filosof�a" en Grecia signific� el gusto, el amor por la sabidur�a (soph�a) y por el conocimiento que se logra mediante el examen o la inspecci�n de las cosas, conocimiento que los griegos llamaron theor�a. Los conceptos de filosof�a, soph�a y theor�a estuvieron siempre �ntimamente asociados en la mente griega, y llevar a cabo una s�ntesis entre soph�a y theor�a fue el gran logro del esp�ritu griego. La nueva forma de saber y de pensar que desde los griegos se llamar� "filosof�a" se ha caracterizado hist�ricamente, desde sus or�genes hasta la actualidad, por tres rasgos: su radicalidad inquiriente, su vitalidad secularizadora y su principialidad �ltima.

  En primer lugar, la radicalidad del pensamiento discursivo frente a la imaginaci�n m�tica tiene su origen en el cuestionamiento de la explicaci�n m�tica por p�rdida de credibilidad: "La filosof�a s�lo puede brotar cuando han acontecido estos dos hechos: que el hombre ha perdido una fe tradicional y ha ganado una nueva fe en un nuevo poder de que se descubre poseedor: el poder de los conceptos o raz�n. La filosof�a es duda hacia todo lo tradicional; pero, a la vez, confianza en una v�a nov�sima que ante s� encuentra franca el hombre. Duda o apor�a, y eupore�a o camino seguro, �m�thodos�, integran la condici�n hist�rica de la hist�rica ocupaci�n que es filosofar. La duda sin v�a a la vista no es duda, es desesperaci�n. Y la desesperaci�n no lleva a la filosof�a, sino al salto mortal. El fil�sofo no necesita saltar, porque cree tener un camino por el cual se puede andar, avanzar, y salir a la Realidad por propios medios" (Jos� Ortega y Gasset). En segundo lugar, la filosof�a se caracteriza por el desplazamiento del objeto desde la esfera de lo sobrehumano a las cosas de la experiencia cotidiana: "La filosof�a no puede ser algo primerizo en el hombre. �Primum est vivere, deinde philosophari�. Resulta que esta bellaquer�a es verdad, previa extirpaci�n de la infusa bellaquer�a. Quiere decir simplemente que el hombre "est� ya ah�" antes de filosofar. Y ese "estar ah�" no es s�lo, no es ante todo un hallarse en el espacio c�smico, sino un estar ya complicado en el vivir, actuando en �l lo dem�s del Universo y reaccionando �l frente a lo dem�s.

  Cuando la flauta filos�fica empieza a sonar, entra ya predeterminada por una sinfon�a que ha comenzado antes que ella, que la alienta y la condiciona. Primero es vivir; luego, filosofar. Se filosofa desde dentro de la vida cuando ya existe un pasado vital y en vista de cierta situaci�n a la que se ha llegado" (Jos� Ortega y Gasset). En tercer lugar, la persistencia de la intenci�n de buscar la realidad �ltima con una totalidad y hondura propias de lo religioso: "Los historiadores de la filosof�a olvidan la importancia del atributo �divino� aplicada a la �physis� primordial, cuando en realidad su peso es tal que apenas si cabe exagerarlo. La filosof�a es la sucesora inmediata de la teolog�a, y las concepciones que sostuvieron los fil�sofos por lo que ata�e a la relaci�n entre la realidad �ltima y el pluralismo del mundo sensorial est�n dominadas por concepciones religiosas a�n m�s antiguas, pertenecientes a la relaci�n entre Dios y el grupo humano o la naturaleza" (F. M. Cornford).

  En S�crates, la filosof�a m�s que una doctrina fue una actitud, una forma de saber distinta a la de los primeros fil�sofos y a la de los entendidos en asuntos de la vida p�blica (los sofistas). La filosof�a no se posee, sino que se busca por pura complacencia de interrogar sobre el qu� de los asuntos p�blicos, con la finalidad de conducir desde la autorreflexi�n (con�cete a ti mismo) al concepto buscado plasmado en una definici�n. En esta autorreflexi�n encontraba S�crates un nuevo tipo de vida, una vida feliz.

  Plat�n llev� las directrices socr�ticas hasta sus �ltimas consecuencias. Llam� "Idea" al ser de las cosas, que quedaba descubierto en la definici�n, y que se aprehend�a solamente en la visi�n mental llamada Nous, la cual permit�a captar la interna articulaci�n de las notas y relaciones de la Idea de un modo dial�ctico. Para Plat�n filosof�a era dial�ctica.

  En el c�rculo socr�tico-plat�nico, Arist�teles forj� su concepci�n de la filosof�a en una triple dimensi�n: como modo de saber, como funci�n intelectual y como actividad. La filosof�a como forma de saber es el saber acerca de los entes en cuanto entes, el saber apod�ctico de los principios del ente en cuanto tal y en su totalidad. Como funci�n intelectual, la filosof�a tiene la funci�n de ser sabidur�a por excelencia, sabidur�a primera (metaf�sica). Como actividad, la filosof�a es un b�os theor�ticos (una "forma de vida te�rica"), la forma suprema y m�s divina de actividad en el hombre: la vida seg�n el Nous (inteligencia).

  Con posterioridad a Plat�n y a Arist�teles se sucedi� un modo de entender la filosof�a que la dividi� en una parte te�rica y una parte pr�ctica, y que al centrar en ella la voluntad de salvaci�n se convirti� poco a poco en un suced�neo de la fe religiosa. En la crisis del helenismo "la filosof�a ya no es la antorcha con que se iluminan unos cuantos buscadores intr�pidos de la verdad, sino la ambulancia que sigue la ruta de la lucha por la existencia y recoge a los d�biles y heridos" (B. Russell). As�, en el estoicismo y en el neoplatonismo, el contenido religioso y cosmol�gico absorbe de modo considerable el contenido del saber te�rico. La filosof�a es considerada entonces como la norma m�s adecuada para la acci�n, como el arte de conducir la propia vida seg�n principios de raz�n y mediante la comprensi�n de los dictados de la dicha raz�n.

  El advenimiento del cristianismo, con su nueva concepci�n del hombre, su nueva visi�n de la historia y su nuevo sentido de la verdad, trajo consigo en un primer momento la negaci�n de la filosof�a. Sin embargo, esta negaci�n se convirti� en afirmaci�n cuando San Agust�n asimil� el saber antiguo (especialmente el platonismo) a la nueva fe, y Santo Tom�s de Aquino hizo lo propio con el aristotelismo. No obstante, esta afirmaci�n tuvo siempre un car�cter de subordinaci�n de la filosof�a y la raz�n a la verdad de la fe, subordinaci�n que determin� en la Edad Media el predominio de las partes de la filosof�a que m�s directamente serv�an para desempe�ar esa funci�n de instrumento al servicio de la ciencia sagrada.

  Para Descartes, "filosof�a" signific� el estudio de la sabidur�a, entendiendo por sabidur�a un conocimiento perfecto de todas las cosas que el hombre puede conocer, "tanto para la conducci�n de su vida y la conservaci�n de su salud como para la invenci�n de todas las artes". La filosof�a era para Descartes un gran �rbol en el que la metaf�sica ejerc�a la funci�n de ra�z; la f�sica o filosof�a natural, la de tronco; y las ciencias pr�cticas (la medicina, la mec�nica y la moral), la de ramas. Descartes insist�a en el valor pr�ctico de la filosof�a, especialmente de la �tica, ya que: "lo mismo que no es de las ra�ces ni del tronco del �rbol de donde recogemos el fruto, sino solamente de las extremidades de sus ramas, as� la utilidad principal de la filosof�a depende de aquellas de sus partes que no podemos aprender hasta el final".

   Bacon entendi� la filosof�a como el conocimiento de las cosas por sus principios inmutables, y no por sus fen�menos transitorios; ser�a la ciencia de las formas o esencias, y comprender�a en su seno la investigaci�n de la Naturaleza y de sus diversas causas. En el empirismo ingl�s (Locke, Berkeley y Hume) la filosof�a se concibe como cr�tica de las ideas abstractas y como reflexi�n cr�tica sobre la experiencia.

  Para Kant, la filosof�a es la ciencia especulativa de los principios de la raz�n como fundamento de la inteligibilidad de las cosas para el sujeto. Esto significa que los principios usan de los conceptos en dos direcciones que son los dos grandes �rdenes de principios de la raz�n: el uso cognoscitivo (teor�tico) y el uso puramente intelectivo. El primero est� determinado por la intuici�n, y el segundo por el Faktum de la moralidad. En el primer orden, la raz�n conduce al entendimiento como sistema de condiciones trascendentales de la posibilidad de todo objeto, es decir, de la posibilidad de la experiencia. En el segundo, la raz�n conduce al entendimiento a la intelecci�n de lo trascendente. La filosof�a es siempre y s�lo una ciencia especulativa de este doble uso de la raz�n como principio de inteligibilidad trascendental de los objetos y como principio inteligible de la realidad trascendente.

  Con Hegel tiene lugar un cambio, tanto con respecto al concepto tradicional de filosof�a, como con respecto al concepto cr�tico de Kant. Mientras que para Arist�teles la filosof�a era la aspiraci�n (�filo-�) a un saber (�-sof�a�) universal y necesario de la totalidad de lo real, y para Kant era cr�tica, por no poder alcanzarse el ideal de un saber absoluto y total, para Hegel la filosof�a deja de ser tendencia al saber para convertirse en un efectivo y pleno saber, para ser ciencia (Wissenschaft), es decir, ni aspiraci�n ni cr�tica, sino sistema racional, el sistema absoluto y dial�ctico de la totalidad de lo real.

  Comte afirm� el valor utilitario de la filosof�a frente a la consideraci�n aristot�lica de la inutilidad, al considerarla como el saber m�s necesario para la vida del esp�ritu: no se puede vivir sin un r�gimen intelectual, y este r�gimen es la filosof�a. La filosof�a positiva es para Comte un conocimiento relativo, opuesto al saber absoluto de la teolog�a y de la metaf�sica, que consiste en un saber lo que unas cosas son en relaci�n con otras. Este saber positivo responde a un principio fundamental seg�n el cual nada tiene sentido real e inteligible si no es la enunciaci�n de un hecho o si no se reduce en �ltima instancia al enunciado de un hecho, donde "hecho" significa la unidad de cuatro caracteres: ser un fen�meno, ser constatable, ser algo observable y ser verificable. Pero la filosof�a tiene adem�s la funci�n de ser la �nica posibilidad de construir positivamente aquello que constituye la forma en que el esp�ritu existe: la moral. El esp�ritu est� llamado a elaborar una moral positiva, no deducida de principios abstractos, sino de algo positivo como es la gran experiencia hist�rica de la humanidad (Grand �tre).

  La filosof�a es para Husserl la indeclinable aspiraci�n de la humanidad a un conocimiento puro y absoluto, conocimiento que debe recaer sobre un objeto que est� al alcance de todos sin distinci�n, y sobre el cual se vayan teniendo conocimientos justificados con plena evidencia por su propia �ndole. El objeto de la filosof�a como ciencia estricta es para Husserl la reducci�n fenomenol�gica, cuyo correlato es la esencia. La filosof�a es la ciencia estricta y rigurosa del mundo y de uno mismo, y su problema radical es la constituci�n de mi �ego� y del mundo en que este �ego� vive, es decir, el problema de la autoconstituci�n. Es el intento supremo de llevar a cabo lo que Husserl llam� raz�n: "la reconstituci�n evidencial de lo que soy como �ego� y de lo que es el mundo de este �ego�". Esta reconstituci�n es para Husserl la suprema vivencia; por eso la filosof�a es vida trascendental o esencial. Pero no una segunda vida junto a la natural, sino un segundo modo de vivir la vida misma: vivirla no en actitud de creencia en su realidad, sino de evidenciaci�n de su esencia, es decir, raz�n absoluta. Husserl llam� a su filosof�a "idealismo trascendental". Por tal idealismo no entend�a el idealismo usual en su tiempo, sino otro de nuevo cu�o, en el sentido de una facultad a priori que se constituye para el �yo� tan s�lo por la intenci�n de la conciencia pura.

  Seg�n Heidegger, la filosof�a es ontolog�a. Para �l resulta insuficiente el intento de Husserl de esclarecer el ser al entenderlo como la unidad de sentido que se llama esencia. El ser es algo distinto de la esencia, ya que la esencia es del ente (�ntico) y no del ser (ontol�gico). Esta diferencia constituye lo que Heidegger llama la "diferencia ontol�gica". Tanto las realidades como las esencias de Husserl pertenecen para Heidegger al dominio de lo �ntico. S�lo el ser es ontol�gico y s�lo lo ontol�gico concierne al ser. El ser es lo que tanto pre-ontol�gicamente (ontolog�a fundamental) como ontol�gicamente determina y descubre lo que son los entes. El objeto de la filosof�a es el ser en cuanto tal. En ella, el hombre tiene la posibilidad intelectual de entrar plenamente en s� mismo.

Para Ferrater Mora, la filosof�a hoy se escinde en dos direcciones principales: la direcci�n que resuelve el filosofar en el vivir, es decir, que hace de la filosof�a una actividad humana, y la direcci�n que aspira a una filosof�a inquisitiva, de objetos y m�todos an�logos a los adoptados por la ciencia, que hace de la filosof�a un conjunto de conocimientos y proposiciones. En el primer caso, la filosof�a es una realidad personal o una realidad social y el examen de la filosof�a es el estudio de su g�nesis personal, social o hist�rica. En el segundo caso, la filosof�a consiste en un conjunto de proposiciones y en el examen de la �ndole y rasgos de ellas. Ambos aspectos constituyen para Ferrater Mora la efectiva realidad de la filosof�a. La filosof�a es algo "en" la vida humana, y dice algo o bien sobre la realidad o bien sobre el lenguaje que se emplea para hablar acerca de la realidad.

 


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